Asociación para a participación das mulleres

Libertad de expresión y violencia de género

lean estas líneas, ya habrá terminado la semana dedicada sensibilizar contra la violencia de género que, en muchas instituciones y organizaciones, se ha programado este año en torno al 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres.
violeta.jpgComo es ya habitual desde hace algunos años, habremos tenido oportunidad de escuchar nuevas campañas que intentan sensibilizar a la sociedad sobre tan grave problema y también habremos leído artículos y reportajes sobre la materia que los medios de comunicación se esfuerzan en publicar esos días.
Al calor de estas fechas que ya forman parte del calendario público, este año hemos asistido al tremendo debate producido por la publicación de un artículo de una firma prestigiosa (un catedrático de universidad) en uno de los diarios de mayor tirada de nuestro país, considerado además un periódico progresista (“El País”) y en un espacio privilegiado (una tribuna de opinión). El autor del polémico texto criticaba una campaña institucional contra los malos tratos, cuyo eslogan era “De todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo”.
A partir de esta frase, Enrique Lynch concluía varias cosas: que existe Sostener que la violencia de género es responsabilidad de las mujeres es un mecanismo para desviar la responsabilidad y la gravedad de un problema que causa la muerte de casi un centenar de mujeres cada año en nuestro país.cierto “revanchismo de género” o lo que es lo mismo, un resentimiento femenino, que pretende que las mujeres sean superiores a los hombres. Además, Lynch arremetía contra la cultura popular, a la que responsabilizaba del aumento de la violencia de género, al tiempo que consideraba poco edificantes algunas obras de cultura popular que las feministas han adoptado como respuesta al patriarcado. Con todo, lo más grave era que según Lynch, las culpables de la violencia de género eran las propias mujeres, básicamente por abanderar las ideas feministas (es decir, añado yo, por desear la igualdad con los varones) y también porque, según él, los machistas y asesinos son criados por mujeres.
Las cartas y quejas que han llegado al periódico estos días han sido numerosísimas. La defensora del lector, Milagros Pérez Oliva, se hacía eco del malestar del público y recogía muchos de los argumentos de intelectuales, grupos de mujeres y colectivos feministas. La explicación del periódico sobre la pertinencia de la publicación del artículo se apoya en la libertad de expresión. Como sabemos, las columnas de opinión recogen las ideas de quienes las firman y no necesariamente son compartidas por el diario. Es decir, “El País” decidió publicar la tribuna para recoger la pluralidad de opiniones y abrir el debate, aunque se ha apresurado a explicar que no comparte las ideas de Lynch. Al habla con éste, el autor del polémico texto niega las acusaciones de misoginia y exaltación del maltrato pero sí insiste en que “las mujeres (y no los hombres) son las responsables, por freudianos mecanismos del complejo de Edipo, de la mentalidad de sus hijos”.
Las respuestas se suceden, y no es para menos. Sin entrar a valorar la sensibilidad personal del señor Lynch hacia la igualdad o su desconocimiento sobre el feminismo, el catedrático demuestra, con sus palabras, que no entiende mucho sobre violencia de género pues desconoce lo básico sobre ella, esto es, su carácter estructural. Además, y como argumenta la profesora Judith Astelarra, se mantiene anclado en el “síndrome de Eva”: por ella se produjo la expulsión del paraíso y las demás han heredado la culpa de todo lo que ha sucedido después.
Sostener que la violencia de género es responsabilidad de las mujeres es un mecanismo para desviar la responsabilidad y la gravedad de un problema que causa la muerte de casi un centenar de mujeres cada año en nuestro país. Viene a ser lo mismo que argumentar que las personas pobres lo son porque no quieren o no saben salir de la pobreza. Algunas de las voces que se han alzado para protestar se preguntan, muy acertadamente, si en nombre de la libertad de expresión, el periódico hubiera publicado alguna carta que defendiera la violencia de ETA. Es bastante probable que no. Δ

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